La conversión de Pedro, 25 de marzo
Dijo también el Señor: Simón,
Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he
rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus
hermanos. Lucas 22:31, 32. HHD 93.1
La razón por la cual muchos
profesos discípulos de Cristo caen víctimas de tentaciones graves es que no
tienen un correcto conocimiento de sí mismos. En esto Pedro fue cabalmente
zarandeado por el enemigo. Si pudiéramos comprender nuestras propias debilidades,
veríamos que hay tanto que hacer por nosotros mismos que humillaríamos nuestro
corazón bajo la poderosa mano de Dios. Al vincular nuestras almas indefensas
con Cristo, supliremos nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra debilidad
con su fortaleza, nuestra fragilidad con su invencible poder. Pedro cayó porque
no conocía su propia fragilidad. Creyó que era fuerte... HHD 93.2
Si Pedro hubiera caminado
humildemente con Dios, y ocultado el yo en Cristo; si hubiera buscado
fervientemente la ayuda divina; si hubiera sido menos confiado en sí mismo; si
hubiera recibido la instrucción del Señor y la hubiera puesto en práctica,
habría velado en oración, y habría obrado su propia salvación con temor y
temblor. Si se hubiera examinado íntimamente a sí mismo, el Señor le habría
dado ayuda divina, y no hubiera habido necesidad de que el Señor lo
zarandeara... No hay poder en toda la fuerza satánica que pueda incapacitar al
alma que confía, en sencilla confianza, en la sabiduría que procede de Dios... HHD 93.3
El cuidado que Cristo manifestó
por Pedro fue la causa de su restauración. Satanás no podía hacer nada contra
la todopoderosa intercesión de Cristo. Y la oración que Cristo ofreció por
Pedro la ofrece por todos los que son humildes y contritos de corazón.—The Youth’s Instructor, 15 de diciembre de 1898. HHD 93.4
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