La fe que obra, 25 de marzo
Empero sin fe es imposible
agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay
y que es galardonador de los que le buscan. Hebreos 11:6. FV 92.1
“La fe consiste en confiar en
Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en
vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra
ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez
de nuestro pecado, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya suyos;
la fe reconoce su derecho de posesión, y acepta su bendición. Se indican la
verdad, la integridad y la pureza como secretos del éxito de la vida. La fe es
la que nos pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración
provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que puede
producir crecimiento y eficiencia verdaderos.”—Obreros Evangélicos, 273. FV 92.2
“Cuando hablamos de la fe
debemos tener siempre presente una distinción. Hay una clase de creencia
enteramente distinta de la fe. La existencia y el poder de Dios, la verdad de
su Palabra, son hechos que aun Satanás y sus huestes no pueden negar de corazón.
La Biblia dice que ‘los demonios lo creen y tiemblan,’ pero ésta no es fe.
Donde no sólo hay una creencia en la Palabra de Dios, sino una sumisión de la
voluntad a él; donde se le da a él el corazón, y los afectos se fijan en él,
allí hay fe, fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esta fe el
corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado
carnal no se sujetaba a la ley de Dios ni tampoco podía, se deleita después en
sus santos preceptos.... Y la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que
no andamos ‘conforme a la carne, mas conforme al espíritu.’”—El Camino a Cristo, 46, 47. FV 92.3
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