Hablar atractivamente del salvador, 27 de marzo
Ninguna palabra corrompida
salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la edificación, a fin de dar
gracia a los oyentes. Efesios 4:29. SSJ 93.1
Como seguidores de Cristo hemos
de hacer que nuestras palabras sean motivos de ayuda y ánimo mutuos en la vida
cristiana. Necesitamos hablar mucho más de lo que solemos de los capítulos
preciosos de nuestra experiencia. Debiéramos hablar de la misericordia y la
amante bondad de Dios, de la incomparable profundidad del amor del Salvador.
Nuestras palabras debieran ser palabras de alabanza y agradecimiento. Si la
mente y el corazón están llenos del amor de Dios, éste se revelará en la
conversación. SSJ 93.2
No será un asunto difícil
impartir aquello que forma parte de nuestra vida espiritual. Los grandes
pensamientos, las nobles aspiraciones, las claras percepciones de la verdad,
los propósitos altruistas, los anhelos de piedad y santidad, llevarán fruto en
palabras que revelarán el carácter del tesoro del corazón. Cuando Cristo sea
así revelado por nuestras palabras, éstas poseerán poder para ganar almas para
él. SSJ 93.3
Hemos de hablar de Cristo a
quienes no lo conocen. Hemos de obrar como lo hizo Cristo. Doquiera él
estuviera: en la sinagoga, junto al camino, en un bote algo alejado de la
tierra, en el banquete del fariseo o en la mesa del publicano, hablaba a la
gente de las cosas concernientes a la vida superior. Relacionaba la naturaleza
y los acontecimientos de la vida diaria con las palabras de verdad. El corazón
de sus oyentes era atraído hacia él; porque él había sanado a sus enfermos,
había consolado a los afligidos, y, tomando a sus niños en sus brazos, los
había bendecido. Cuando él abría los labios para hablar, la atención se
concentraba en él, y cada palabra era sabor de vida para vida para algún alma. SSJ 93.4
Así debe ser con nosotros.
Doquiera estemos, hemos de procurar aprovechar las oportunidades que se nos
presentan para hablar a otros del Salvador. Si seguimos el ejemplo de Cristo en
hacer el bien, los corazones se nos abrirán como se le abrían a él. No
bruscamente, sino con tacto impulsado por el amor divino, podremos hablarles de
Aquel que es “señalado entre diez mil”, y “todo él codiciable”. Cantares 5:10, 16. Esta es la obra suprema en
la cual podemos emplear el talento del habla. Dicho talento nos ha sido dado
para que podamos presentar a Cristo como el Salvador que perdona el pecado.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 273, 274. SSJ 93.5
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