Se nos asegura la vida eterna, 10 de febrero
Bienaventurados los que lavan
sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las
puertas en la ciudad. Apocalipsis 22:14. HHD 49.1
Los afectos del amante de los
placeres se desvían de las cosas celestiales a las terrenales. Subordina las
glorias de la eternidad a los absorbentes intereses pasajeros. En su deseo de
poseer riquezas terrenales, pierde de vista los tesoros celestiales. Se
descuidan los requerimientos de la vida futura, y adquieren la preeminencia los
intereses de esta vida... HHD 49.2
Cristo pone ante la vista el
mundo más noble. Presenta las ventajas de la ciudadanía en esa ciudad con
fundamentos, cuyo Artífice y Hacedor es Dios. Nos lleva al umbral de lo
infinito y nos revela sus glorias, declarándonos que están al alcance de todos
los que quieran vivir en armonía con las leyes de Dios. Por medio de la
obediencia a las leyes de Jehová, la familia humana puede convertirse en una
familia unida y feliz en la ciudad de Dios; pero no hay lugar allí para los que
no consideran la voluntad del Señor. Todos pueden obtener la vida eterna, pero
la ganarán aceptando la ley de Dios como su guía en esta vida en lugar de
tratar de seguir sus propias leyes... A aquellos que quieran vivir una vida que
esté en armonía con el Padre, Cristo les impartirá las virtudes de su vida.—Manuscrito 49, 1907. HHD 49.3
El Dios del cielo ha puesto una
bendición sobre los que guardan los mandamientos de Dios.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1104. HHD 49.4
El que ha sido fiel sobre las
“cosas pequeñas” de la tierra, será puesto sobre las “cosas grandes” en el
mundo eterno de gloria.—General
Conference Bulletin, 121, 122 (1899). HHD 49.5
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