El
compasivo sanador, 10 de febrero
Y
saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los
que de ellos estaban enfermos. Mateo 14:14. AFC
48.3
Jesús,
precioso Salvador, nunca parecía cansarse de las impertinencias de las almas
enfermas de pecado y de los enfermos de toda suerte de dolencias. “Y salió
Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos”. Marcos 6:34. Esto significa mucho para los
dolientes. El identificó sus intereses con los de ellos. Compartió sus cargas.
Sintió sus temores. Tenía una anhelante compasión que era dolor para el corazón
de Cristo. AFC 48.4
¡Oh,
qué amor, qué amor incomparable! Se volvió uno con nosotros para poder
participar con la humanidad en todas sus vicisitudes... AFC
48.5
¡Redención,
oh cuánto implica esta palabra! Todos los que consientan en ser redimidos son
elevados y santificados, redimidos por Jesucristo de toda vulgaridad y
mundanalidad y se los capacita para cooperar con Dios en la gran obra de la
salvación. Jesús aceptó a la humanidad y reveló en su propia vida y carácter lo
que el hombre puede ser, aun cuando, en la providencia de Dios, sea colocado en
las más pobres circunstancias de la vida. No tenía ni un centavo para pagar el
tributo demandado, y obró un milagro para obtener esa pequeña suma. AFC
48.6
Jesús,
precioso Salvador, no tenía hogar y con frecuencia padecía hambre. No tenía
dónde reclinar la cabeza. Con frecuencia estaba cansado. La humanidad es
honrada porque Jesús asumió la humanidad para revelar al mundo lo que puede
llegar a ser ella. Puede traer a la luz la vida y la inmortalidad, llenar con
luz los propósitos más comunes y humildes de la vida. Jesús se inclina sobre
nosotros y escudriña nuestro carácter para ver si su propio carácter se refleja
en nosotros.—Carta 119, 1893. AFC 49.1
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