El rey de gloria, 10 de febrero
Alzad, oh puertas, vuestras
cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria. ¿Quién
es este Rey de gloria? Jehová el fuerte y valiente, Jehová el poderoso en
batalla. Salmos 24:7, 8. MGD 49.1
Cristo vino a la tierra como
Dios en forma humana. Ascendió a los cielos como Rey de los santos. Su
ascensión fue digna de su exaltado carácter. Fue como alguien poderoso en
batalla, vencedor, que llevaba cautiva la cautividad. Fue acompañado por la
hueste angélica, entre aclamaciones de alabanza e himnos celestiales.—The S.D.A. Bible Commentary 6:1053. MGD 49.2
Los discípulos no solamente
vieron ascender al Señor, sino que tuvieron el testimonio de los ángeles en el
sentido de que había ido a ocupar el trono de su Padre... El resplandor de la
escolta celestial y la apertura de las gloriosas puertas de Dios para darle la
bienvenida no habrían de ser discernidos por ojos mortales. Si se les hubiera
revelado a los discípulos el viaje de Cristo al cielo con toda su indecible
gloria, no habrían podido soportar la visión... Sus sentidos no deberían
infatuarse con las glorias del cielo de tal modo que perdieran de vista el
carácter de Cristo en la tierra que ellos mismos debían copiar. Debían mantener
nítidamente delante de sus mentes la hermosura y majestad de su vida, la
perfecta armonía de todos sus atributos, y la misteriosa unión de lo divino y
lo humano en su naturaleza... Su ascensión visible de este mundo estaba en
armonía con la humildad y la serenidad de su vida.—The Spirit of Prophecy 3:254, 255. MGD 49.3
¡Qué fuente de gozo era para
los discípulos saber que tenían en los cielos un Amigo capaz de defenderlos!
Por medio de la visible ascensión de Cristo cambiaron todas sus ideas y
conceptos con respecto al cielo... Lo consideraban ahora su futuro hogar, donde
su amante Redentor estaba preparando mansiones para ellos... La oración se
revistió de un nuevo interés, puesto que era comunión con su Salvador... MGD 49.4
Tenían un Evangelio que
predicar: Cristo en forma humana, varón de dolores; Cristo en su humillación,
asido por manos impías y crucificado; Cristo resucitado, que ascendió a los
cielos, para ser el Abogado del hombre en presencia de Dios; Cristo que había
de venir con poder y gran gloria en las nubes de los cielos.—Ibid. 262, 263. MGD 49.5
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