Hijos de Dios, 14 de febrero
A
todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios. Juan 1:12. MGD
53.1
Cuando
el pecado de Adán hundió a la raza en la miseria y la desesperación, Dios
podría haberse separado de los caídos pecadores. Podría haber enviado a sus
ángeles para que derramaran sobre nuestro mundo las copas de su ira. Podría
haber hecho desaparecer esta oscura mancha del universo. Pero no lo hizo. En
lugar de echarlos de su presencia, se acercó más a la raza caída. Dio a su Hijo
para que llegara a ser hueso de nuestro hueso y carne de nuestra carne. “Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros... lleno de gracia y de
verdad”. Juan 1:14. Cristo, mediante su relación con
los seres humanos, puso al hombre más cerca de Dios todavía. Revistió su
naturaleza divina con el manto de la humanidad, y demostró ante el universo
celestial, ante los mundos no caídos, cuánto ama Dios a los hijos de los
hombres. MGD
53.2
El
don de Dios en favor del hombre excede a todo cálculo. Nada se escatimó. Dios
no podía permitir que se dijera que podía haber hecho algo más, que podía
revelar a la humanidad un amor mayor. En el don de Cristo, dio todo el cielo.—Hijos e Hijas de Dios, 13. MGD
53.3
La
filiación divina no es algo que obtenemos por nosotros mismos. Sólo a los que
reciben a Cristo como su Salvador se les da la facultad de llegar a ser hijos e
hijas de Dios. El pecador no puede librarse del pecado por ningún poder
inherente... Pero la promesa de la filiación se brinda a todos aquellos que
“creen en su nombre”. Todo el que venga a Jesús con fe, recibirá perdón.—Ibid. 14. MGD
53.4
Dios
se iba a manifestar en Cristo, “reconciliando el mundo a sí”. 2 Corintios 5:19. El hombre se había
envilecido tanto por el pecado que le era imposible por sí mismo ponerse en
armonía con Aquel cuya naturaleza es bondad y pureza. Pero después de haber
redimido al mundo de la condenación de la ley, Cristo podría impartir poder
divino al esfuerzo humano. Así, mediante el arrepentimiento ante Dios y la fe
en Cristo, los caídos hijos de Adán podrían convertirse nuevamente en “hijos de
Dios”. 1 Juan 3:2.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 49. MGD
53.5
Cuando
un alma recibe a Cristo, recibe poder para vivir la vida de Cristo.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 298.
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