Enoc guardó la ley de Dios, 14 de febrero
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de
ellos era de continuo solamente el mal”. Génesis 6:5. CT 53.1
Dios tenía una iglesia cuando Adán, Eva y Abel recibieron con gozo
las buenas nuevas de que Jesús era su Redentor. Comprendieron tan plenamente
entonces como nosotros ahora, la promesa de la presencia del Señor en medio de
ellos. Dondequiera que Enoc se encontraba con uno o dos que estuvieran deseosos
de oír el mensaje que tenía para ellos, Jesús se les unía en su adoración. En
los días de Enoc había algunos, entre los inicuos habitantes de la tierra, que
creían. El Señor, sin embargo, nunca dejó a sus pocos fieles sin su presencia,
ni al mundo sin un testigo. CT
53.2
Enoc fue un maestro público de la verdad en la época en que vivió.
Enseñó la verdad, vivió la verdad, y el carácter del instructor que caminó con
Dios estuvo en todo sentido en armonía con la grandeza y la santidad de su
misión. Enoc fue un profeta que habló a medida que era impulsado por el
Espíritu Santo. Fue una luz en medio de la tinieblas morales, un hombre
ejemplar, un ser humano que anduvo con Dios, que fue obediente a su ley,
aquella ley que Satanás rehusó obedecer, que Adán transgredió, que Abel
obedeció y por cuya obediencia fue asesinado. Y ahora Dios demostraría al
universo la falsedad de la acusación del enemigo de que el hombre no puede
guardar la ley divina. Demostraría que aunque el hombre había pecado podría
relacionarse con Dios de tal manera que poseería la mente y el espíritu del
Señor, y sería un símbolo representativo de Cristo. Este hombre santo fue el
elegido de Dios para denunciar la iniquidad del mundo y para dar testimonio de
que es posible para el hombre guardar toda la ley de Dios. CT
53.3
En cualquier lugar donde haya piedad genuina habrá también una
moralidad pura. ¡Qué poco se dice de Enoc, un hombre que caminó con Dios, un
ser al cual el Señor no permitió que cayera bajo el imperio de la muerte! ¡Cuán
breve es su biografía!... “Caminó pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le
llevó Dios”. Cuánto se expresa en estas pocas palabras. CT
53.4
Enoc caminó con Dios, en tanto que del mundo que lo rodeaba dice
el relato sagrado: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la
tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo solamente el mal”. La vida justa de Enoc estaba en marcado contraste
con la impureza de la gente de ese tiempo. Su piedad, su pureza, su integridad,
eran una consecuencia de su andar con Dios, en tanto que la impiedad del mundo
era una consecuencia de caminar con el gran engañador... CT
53.5
Enoc era un hombre representativo, pero no es alabado ni exaltado;
sólo hizo lo que cada hijo e hija de Adán puede hacer.—Manuscrito 43, 1900. CT
53.6
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