La obediencia trae paz y felicidad, 14 de
febrero
Y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:8. SSJ 51.1
Ante los creyentes se presenta la maravillosa posibilidad de
llegar a ser semejantes a Cristo, obedientes a todos los principios de la ley
de Dios. Pero por nosotros mismos somos absolutamente incapaces de alcanzar
esas condiciones. Todo lo que es bueno en los seres humanos viene por medio de
Cristo. La santidad, que según la Palabra de Dios debemos poseer antes de poder
ser salvos, es el resultado del trabajo de la gracia divina sobre los que se
someten en obediencia a la disciplina y a las influencias refrenadoras del
Espíritu de verdad. SSJ
51.2
La obediencia de la humanidad puede ser hecha perfecta únicamente
por medio del incienso de la justicia de Cristo, que llena con fragancia divina
cada acto de acatamiento. La parte que le toca a cada cristiano es perseverar
en la lucha por vencer cada falta. Constantemente deben orar al Salvador para
que sane las dolencias de su alma enferma. No tienen la sabiduría y la fuerza
sin la cual los mortales no pueden vencer; ellas vienen del Señor, y él las
confiere a los que en humillación y contrición buscan su ayuda... SSJ
51.3
La razón por la que muchos que una vez conocieron y amaron al
Salvador están ahora en tinieblas, vagando muy lejos de él, es porque en la
confianza de sí mismos y con autosuficiencia han seguido sus propias
inclinaciones. No caminaron en el camino del Señor, que es el único camino de
paz y felicidad. Por causa de la desobediencia se aislaron del todo de recibir
sus bendiciones, cuando por medio de la obediencia podrían haber ido adelante
en su fuerza. SSJ
51.4
La evidencia más amplia concedida por Dios de que desea la
salvación de todos, será la condenación de los que rechacen el don del Cielo.
En el último gran día, cuando todos sean recompensados o castigados de acuerdo
con su obediencia o desobediencia, la cruz del Calvario aparecerá claramente
ante los que se hallen frente al Juez de toda la tierra para recibir la
sentencia eterna. Se los capacitó para que comprendieran algo del amor que Dios
ha expresado por los seres humanos caídos. Ven cuán grandemente ha sido
deshonrado por los que continuaron en la transgresión, escogiendo ponerse junto
a Satanás y manifestando menosprecio por la ley de Jehová. Ven que la
obediencia a esa ley les hubiera traído vida y salud, prosperidad y el bien
terno.—The Review and Herald, 15 de marzo de 1906.
Ver Los Hechos de los Apóstoles, 428. SSJ
51.5
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