Cristo magnificó la ley, 11 de febrero
Jehová se complació por amor de su justicia en magnificar la ley y
engrandecerla. Isaías 42:21. HHD 50.1
La ley del gobierno de Dios había de ser magnificada por la muerte
del unigénito Hijo de Dios. Cristo llevó la culpa de los pecados del mundo.
Nuestra suficiencia se encuentra únimente en la encarnación y la muerte del
Hijo de Dios. Pudo sufrir, porque estaba sostenido por la Divinidad. Pudo
vencer, porque no tenía la menor mancha de deslealtad o pecado. Cristo triunfó
en lugar del hombre al soportar de este modo la justicia del castigo. Aseguró
vida eterna para el hombre, al mismo tiempo que exaltó la ley de Dios y la
honró.—The Youth’s Instructor, 4 de agosto de 1898. HHD 50.2
Cada alma está bajo la obligación de seguir las pisadas de Cristo,
el gran Ejemplo de la familia humana. Dijo: “He guardado los mandamientos de mi
Padre”. Los fariseos pensaban que había venido a debilitar los requerimientos
de la ley de Dios, pero su voz resonó en sus oídos diciendo: “No penséis que he
venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino a
cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra,
ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean
hechas”. HHD 50.3
Cristo vino a magnificar la ley y a honrarla; vino a exaltar los
antiguos mandamientos que tenemos desde el principio. Por eso necesitamos la
ley y los profetas. Necesitamos el Antiguo Testamento para que nos lleve al
Nuevo, que no toma el lugar del Antiguo, sino que nos revela en forma más clara
el plan de salvación, dando significado a todo el sistema de sacrificios y
ofrendas, y a la palabra que tenemos desde el principio.—The Youth’s Instructor, 8 de noviembre de 1894.
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