Yo tengo un ángel guardián, 4 de abril
Bendecid a Jehová, vosotros sus
ángeles, poderosos en fortaleza, que ejecutáis su palabra, obedeciendo a la voz
de su precepto. Salmos 103:20. ELC 103.1
Hoy, como en lo pasado, todo el
cielo está velando para ver a la iglesia avanzar en la verdadera ciencia de la
salvación. El Señor Jesús está entre los hombres. Sus ángeles caminan entre
nosotros sin que los reconozcamos ni nos demos cuenta de ello. Somos salvados
de muchas trampas y peligros que no vemos que se nos ponen en el camino para
destruirnos mediante las maquinaciones y la hostilidad de nuestro enemigo.
¡Ojalá nuestros ojos se abrieran para discernir la vigilante solicitud y el
tierno cuidado de los mensajeros de luz! Si los que cortésmente agradecen los
favores que reciben de sus amigos terrenales se dieran cuenta de cuánto le
deben a Dios, sus corazones corresponderían con agradecido reconocimiento por
los preciosos favores que ahora no son notados ni agradecidos.—Manuscrito 38, 1895. ELC 103.2
Por dejar de expresar nuestra
gratitud estamos deshonrando a nuestro Hacedor. No relatamos las misericordias
de Dios con la frecuencia debida... Sus ángeles, miles y miles y miríadas de
miríadas, son enviados para ministrar a los que serán herederos de salvación.
Ellos nos guardan contra males temporales y detienen los poderes de las
tinieblas, sin lo cual seríamos destruidos. ¿Por qué no estimaremos la
vigilancia de Dios? Si Satanás pudiera realizar sus planes, se vería
destrucción por todas partes. ¿Por qué no nos acordamos que somos
misericordiosamente escudados del peligro? ¿No tenemos razón para estar agradecidos
a cada instante, agradecidos aun cuando hay dificultades aparentes en nuestro
sendero? ¿No podemos confiar en nuestro Padre celestial?—Manuscrito 152, 1898. ELC 103.3
Cada creyente que
constantemente se da cuenta de su dependencia de Dios tiene un ángel designado
y enviado por el cielo para ministrarle. El ministerio de estos ángeles es
especialmente esencial hoy porque Satanás está haciendo su último y desesperado
esfuerzo para ganar al mundo.—Carta 257, 1904. ELC 103.4
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