Un corazón renovado, 4 de abril
Un mandamiento nuevo os doy:
Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a
otros. Juan 13:34. HHD 103.1
Jesús dice: “Como yo os he
amado, que también os améis unos a otros”. El amor no es simplemente un
impulso, una emoción transitoria que depende de las circunstancias; es un
principio viviente, un poder permanente. El alma se alimenta de las corrientes
del puro amor que fluyen del corazón de Cristo, una fuente que nunca falla. Oh,
¡cómo se vivifica el corazón, cómo se ennoblecen sus motivos, cómo se
profundizan sus afectos, mediante su comunión! Bajo la educación y la
disciplina del Espíritu Santo, los hijos de Dios se aman mutuamente, lealmente,
sinceramente y sin afectación, “no juzgadora, no fingida”. Y esto porque el
corazón está enamorado de Jesús. Nuestros afectos mutuos surgen de una común
relación con Dios. Somos una familia y nos amamos los unos a los otros como él
nos amó. Cuando se compara este afecto verdadero, santificado y disciplinado,
con la cortesía ampulosa del mundo, las expresiones carentes de significado de
la amistad efusiva son como paja de la era.—Carta 63, 1896. HHD 103.2
Amar como Cristo amó significa
manifestar abnegación en todo momento y lugar, mediante palabras amantes y un
continente agradable... El amor genuino es un precioso atributo que se origina
en el cielo, y cuya fragancia crece en proporción a la forma en que se lo
dispensa a los demás... HHD 103.3
El amor de Cristo es profundo y
ferviente y fluye como una corriente irresistible para todos los que lo
aceptan. No hay egoísmo en su amor.—Manuscrito 17, 1899. HHD 103.4
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