“Y en la ciencia templanza”, 4 de marzo
Y en la ciencia templanza, y en la templanza paciencia; y en la
paciencia temor de Dios. 2 Pedro 1:6. NEV 71.1
Al conocimiento se le debe añadir temperancia. “¿No sabéis que los
que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio?
Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se
abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible; mas
nosotros, incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como cosa
incierta; de esta manera peleo, no como quien hiere el aire: antes hiero mi
cuerpo, y lo pongo en servidumbre”. 1 Corintios 9:24-27. NEV 71.2
Los atletas cumplen gozosamente las condiciones necesarias para
ser entrenados, para lograr el máximo de su fortaleza física. No complacen el
apetito, sino que se someten a constantes restricciones, y se abstienen de los
alimentos que los debilitarían o disminuirían la plena capacidad de cualquiera
de sus órganos. Sin embargo ellos pelean “como quien hiere el aire”, mientras
los cristianos están en una prueba real. Los competidores de los juegos buscan
meramente laureles que perecen. Los cristianos tienen delante de ellos una
gloriosa corona de inmortalidad, e incorruptible. Y en esta carrera celestial
hay lugar para que todos ganen el premio. Nadie fracasará si corre bien, si
obra en conformidad con la luz que brilla sobre él, ejerciendo sus capacidades
que, según el mejor conocimiento que tiene, ha mantenido en condiciones
saludables ... NEV 71.3
Cualquier hábito o práctica que debilite los nervios o las
facultades del cerebro o la fuerza física, descalifica para el ejercicio de la
gracia que viene después de la temperancia: la paciencia. ... NEV 71.4
Un hombre que es intemperante, que usa estimulantes—cerveza, vino,
bebidas fuertes, té y café, opio, tabaco o cualquiera de esas sustancias que
son perniciosas para la salud—no puede ser un hombre paciente. De manera que la
temperancia es un peldaño de la escalera, sobre el cual deberemos afirmar
nuestros pies antes de añadir la gracia de la paciencia. En el alimento, en el
vestido, en el trabajo, en las horas de descanso, en el ejercicio sano, debemos
ser regulados por el conocimiento que es nuestro deber obtener, para que
podamos, a través del esfuerzo ferviente, colocarnos en la debida relación con
la vida y la salud.—Manuscrito 13, 1884, pp. 4-6.
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