En el lugar santísimo, 4 de marzo
Jehová está en su santo templo;
calle delante de él toda la tierra. Habacuc 2:20. MGD 71.1
Vi un trono, y sobre él se
sentaban el Padre y el Hijo. Me fijé en el rostro de Jesús y admiré su hermosa
persona. No pude contemplar la persona del Padre, pues le cubría una nube de
gloriosa luz. Pregunté a Jesús si su Padre tenía forma como él. Dijo que la
tenía, pero que yo no podía contemplarla, porque, dijo: “Si llegases a
contemplar la gloria de su persona, dejarías de existir”... MGD 71.2
Vi al Padre levantarse del
trono, y en un carro de llamas entró en el lugar santísimo, al interior del
velo, y se sentó... Después de eso, un carro de nubes, cuyas ruedas eran como
llamas de fuego, llegó rodeado de ángeles, adonde estaba Jesús. El entró en el
carro y fue llevado al lugar santísimo, donde el Padre estaba sentado. Allí
contemplé a Jesús, el gran Sumo Sacerdote, de pie delante del Padre.—Primeros Escritos, 54, 55. MGD 71.3
Dos hermosos querubines estaban
de pie en cada extremo del arca con las alas desplegadas sobre ella, y
tocándose una a otra por encima de la cabeza de Jesús, de pie ante el
propiciatorio. Estaban los querubines cara a cara, pero mirando hacia el arca,
en representación de toda la hueste angélica que contemplaba con interés la ley
de Dios. Entre los querubines había un incensario de oro, y cuando las
oraciones de los santos, ofrecidas con fe, subían a Jesús y él las presentaba a
su Padre, una nube fragante subía del incienso a manera de humo de bellísimos
colores. Encima del sitio donde estaba Jesús ante el arca, había una
brillantísima gloria que no pude mirar. Parecía el trono de Dios.—Ibid. 251, 252. MGD 71.4
Nuestro crucificado Señor
implora por nosotros en presencia del Padre ante el trono de la gracia. Podemos
invocar su sacrificio expiatorio para nuestro perdón, justificación y
santificación. El Cordero inmolado es nuestra única esperanza. Nuestra fe lo
contempla, se aferra de él como del único que puede salvar hasta lo sumo, y la
fragancia de la ofrenda omnisuficiente es aceptada por el Padre. La gloria de
Cristo está implícita en nuestro buen éxito. Tiene un interés común por toda la
humanidad. Es nuestro simpatizante Salvador.—The S.D.A. Bible
Commentary 7:948. MGD 71.5
Comentarios
Publicar un comentario