Se concede poder, 4 de marzo
Si Jacob no se hubiese arrepentido antes por su pecado consistente
en tratar de conseguir la primogenitura mediante un engaño, Dios no habría
podido oír su oración ni conservarle bondadosamente la vida. Así será en el
tiempo de angustia. Si el pueblo de Dios tuviera pecados inconfesos que
aparecieran ante ellos cuando los torturen el temor y la angustia, serían
abrumados; la desesperación anularía su fe, y no podrían tener confianza en
Dios para pedirle su liberación. Pero aunque tengan un profundo sentido de su
indignidad, no tendrán pecados ocultos que revelar. Sus pecados habrán sido borrados
por la sangre expiatoria de Cristo, y no los podrán recordar... CV 69.2
Todos los que traten de ocultar o excusar sus pecados, y permitan
que permanezcan en los libros del cielo inconfesos y sin perdón, serán vencidos
por Satanás. Cuanto más elevada sea su profesión, y cuanto más honorable sea la
posición que ocupen, tanto más grave será su conducta ante los ojos de Dios, y
tanto más seguro será el triunfo del gran adversario. CV 69.3
Sin embargo, la historia de Jacob es una promesa de que Dios no
desechará a los que fueron arrastrados al pecado, pero que se han vuelto al
Señor con verdadero arrepentimiento. Por la entrega de sí mismo y por su
confiada fe, Jacob alcanzó lo que no había podido alcanzar con su propia
fuerza. Así el Señor enseñó a su siervo que sólo el poder y la gracia de Dios
podían darle las bendiciones que anhelaba. Así ocurrirá con los que vivan en
los últimos días. Cuando los peligros los rodeen, y la desesperación se apodere
de su alma, deberán depender únicamente de los méritos de la expiación... Nadie
perecerá jamás mientras haga esto... CV 69.4
Jacob prevaleció, porque fue perseverante y decidido... Este es el
tiempo en que debemos aprender la lección de la oración que prevalece y de la
fe inquebrantable. Las mayores victorias de la iglesia de Cristo o del
cristiano no son las que se ganan mediante el talento o la educación, la
riqueza o el favor de los hombres. Son las victorias que se alcanzan en la
cámara de audiencia con Dios, cuando la fe fervorosa y agonizante se ase del
poderoso brazo de la omnipotencia. Historia de los Patriarcas y Profetas, 200-202.
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