El creador encarnado, 4 de marzo
E indiscutiblemente, grande es
el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, justificado en el
Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los gentiles, creído en el mundo,
recibido arriba en gloria. 1 Timoteo 3:16. DNC 72.1
La encarnación de Cristo es el
misterio de todos los misterios. DNC 72.2
Cristo era uno con el Padre, y
sin embargo estuvo dispuesto a descender de la exaltada posición de quien era
igual a Dios. DNC 72.3
Para poder cumplir su plan de
amor para la raza caída, él se convirtió en hueso de nuestro hueso y carne de
nuestra carne. DNC 72.4
Habría sido una humillación
casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun
cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando
la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier
hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia
de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él
vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos
el ejemplo de una vida sin pecado. DNC 72.5
Qué tremendo contraste entre la
divinidad de Cristo y el impotente niñito nacido en el pesebre de Belén... Y
sin embargo, el Creador de los mundos, Aquel en quien habitaba la plenitud de
la divinidad corporalmente, se manifestó en el desvalido bebé del pesebre... La
divinidad y la humanidad estaban misteriosamente combinadas y el hombre y Dios
se fusionaron. DNC 72.6
Aquellos que aseveran que no
era posible que Cristo pecara, no pueden creer que él verdaderamente tomó sobre
sí la naturaleza humana. ¿Pero acaso Cristo no fue tentado, no sólo en el
desierto por Satanás, sino a través de toda su vida, desde la niñez hasta su
edad adulta? DNC 72.7
Nuestro Salvador tomó la
humanidad con todos sus riesgos. Se vistió de la naturaleza humana, con la
posibilidad de ceder a la tentación. No tenemos que soportar nada que él no
haya soportado.* DNC 72.8
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