Oración ferviente, 7 de marzo
Esperad en él en todo tiempo,
oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio. Salmos 62:8. ELC 75.1
La oración es el acto de abrir
el corazón a Dios como a un amigo. El ojo de la fe ve a Dios muy de cerca y el
suplicante puede obtener preciosa evidencia del amor divino y el cuidado hacia
él. Pero, ¿por qué tantas oraciones no son jamás contestadas? ... El Señor nos
da la promesa: “Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo
vuestro corazón”. Jeremías 29:13. Habla también de algunos que
“no clamaron a mí con su corazón”. Oseas 7:14. Tales peticiones son oraciones en
la forma, de labios afuera, que el Señor no acepta... ELC 75.2
Se necesita la oración—oración
diligentísima, ferventísima, agonizante—una oración como la que ofreció David
cuando exclamó: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así
clama por ti, oh Dios, el alma mía”. “Yo he anhelado tus mandamientos”. “He
deseado tu salvación”. “Anhela mi alma y aun ardientemente desea los atrios de
Jehová; mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo”. “Quebrantada está mi alma
de desear tus juicios en todo tiempo”. Salmos 42:1; 119:40, 174; 84:2; 119:20. Este es el espíritu de la oración de
lucha, como lo tenía el salmista real... ELC 75.3
Se dice de Cristo: “Y estando
en agonía, oraba más intensamente”. Lucas 22:44. En qué contraste con esta
intercesión de la Majestad del cielo están las débiles, tímidas oraciones que
son ofrecidas a Dios. Muchos se conforman con un servicio nominal, y solamente
unos pocos tienen un sincero, ferviente y afectuoso anhelo de Dios.—Testimonies for the Church 4:533-535. ELC 75.4
Vuestras oraciones pueden
elevarse con una importunidad que no admita rechazo. Esto es fe.—Manuscrito 8, 1892. ELC 75.5
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