La oración, el secreto del poder, 7 de marzo
Leemos en Lucas acerca de Cristo: “En aquellos días él fue al
monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”. cap. 6:12. Los hombres del mundo a menudo
pasan noches enteras trazando planes a fin de asegurarse el éxito; Jesús
también pasó muchas noches en oración. Estuvo a solas con su Padre, buscándolo
fervientemente, con fuertes clamores y lágrimas. Parecía estar en dolorosa
agonía. ¿Por qué le ocurría esto? Había venido a su viña para demandar lo que
le pertenecía, pero fue rechazado y maltratado. Entonces, ellos [sus enemigos]
trazaron planes para crucificarlo. Era asediado constantemente por los
instrumentos satánicos. La resistencia mostrada por los sacerdotes y
gobernantes hacia su obra correspondía con las convincentes evidencias de su
divinidad. Tenían celos de El porque poseía un poder que atraía a la gente. Su
lengua era como la pluma de un hábil escritor. Era la fuente misma del
conocimiento, y sus parábolas e ilustraciones hacían clara la verdad a los que
no poseían educación. Bajo su enseñanza, los que no podían aprender la verdad
por medio de los libros, podían aprenderla de la naturaleza. ATO 78.2
Pero aquellos a quienes les habían sido confiados los oráculos de
Dios para que pudieran ser fieles expositores de las Escrituras, rechazaron y
negaron al Maestro enviado del Cielo. Cristo vio que su espíritu y principios
eran totalmente contrarios a las Escrituras. Vio que la Palabra de Dios había
sido mal interpretada y mal aplicada. Vio cuán difícil sería instruir a la
gente para que leyera correctamente las Escrituras, debido a que sus maestros
se las leían a la luz de su juicio pervertido. ¿Qué podía hacer para ablandar y
subyugar su corazones? Esta era la carga que presentaba en oración. ATO 78.3
El pueblo judío podría haberse arrepentido si así lo hubiera
querido, pero sus integrantes estaban vestidos con la ropa de su justicia
propia. Sostenían ser los descendientes de Abrahán y consideraban como propia
toda promesa hecha a Israel. Pero el Israel de Dios está formado por aquellos
que se convierten, no por los que son descendientes de Abrahán. “¿Qué ventaja
tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas
maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la Palabra de Dios”. Romanos 3:1, 2. “Pues no es judío el que lo es
exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne;
sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del
corazón, en espíritu, no en la letra; la alabanza del cual no viene de los
hombres, sino de Dios”. Cap. 2:28, 29.—Manuscrito 31, del 7 de marzo de 1898, “Los
suyos no lo recibieron”.*
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