Abramos las ventanas del alma, 7 de marzo
Buscad a Jehová y su poder;
buscad su rostro continuamente. 1 Crónicas 16:11. CDCD 73.1
Ahora, justamente ahora tenemos
la oportunidad de abrir las ventanas del alma hacia el cielo y cerrar las
ventanas que están orientadas hacia la tierra. Ahora es el momento cuando cada
miembro de iglesia debe decir: “Cerraré mi corazón a todo lo que estorbe mi
comunión con Cristo, y abriré hacia el cielo las ventanas de mi alma para
comprender las cosas espirituales”. CDCD 73.2
Los creyentes necesitan hablar
con Dios con respecto a su necesidad individual del Espíritu Santo. La Palabra
de Dios debe ser su seguridad. Todo el cielo nos está invitando a recibir en
nuestras vidas los brillantes rayos del sol de justicia. Si hablamos de fe,
esperanza y valor, nuestras almas se fortalecerán, y aumentarán nuestra
esperanza, nuestro valor y nuestra fe. Busquemos el gran don del Sol de
Justicia, para que por medio de nosotros pueda resplandecer sobre los demás.
Busquemos al Señor para aprender a hacer sus obras en el mundo. Esto hará de
nosotros prósperos misioneros, capaces de ayudar a otros a lograr una
experiencia llena de esperanza y valor. CDCD 73.3
Al servir al Maestro no pasemos
por alto las cosas pequeñas. Cada ser humano tiene que bordar en la trama de la
vida, y si al final completa y perfecciona el modelo que se le ha dado, cada
hebra debe ser trabajada cuidadosa y fielmente. La gracia de Cristo nos
capacitará para bordar bien y diestramente. Cada día debemos hacer esfuerzos
diligentes para mejorar. Cada día debemos emplear nuestra inteligencia
cristiana para fortalecer al débil y animar al desalentado. Cada alma tendrá
que pasar por una gran prueba. Entonces, ¿no trabajaremos, velaremos, oraremos
y alabaremos al Señor? Gracias a esto nuestra experiencia será sumamente
preciosa. Muchos creyentes han sufrido una gran pérdida porque no han buscado
fervientemente al Señor con una fe que no puede ser negada. CDCD 73.4
Las palabras pronunciadas y las
tareas realizadas en forma sencilla, humilde y valerosa infundirán fe en otros
corazones. El Señor viene pronto, y el corazón natural se debe convertir cada
día. Debemos aprender a hablar con la mansedumbre de Cristo; nuestras obras y
nuestro espíritu deben dar testimonio de que estamos sirviendo al Señor.—Carta 54, del 7 de marzo de 1909, dirigida al
pastor S. N. Haskell, presidente de una asociación. CDCD 73.5
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