Mayordomos de la gracia de Dios, 23 de febrero
Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros,
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. 1 Pedro 4:10. MGD 62.1
El conocimiento de la gracia de Dios, las verdades de su Palabra y
los dones temporales, el tiempo, los recursos, los talentos y la influencia,
todas estas cosas constituyen un cometido de Dios, que ha de emplearse para su
gloria y para la salvación de los hombres. Nada puede ofender más a Dios, que
está constantemente otorgando sus dones al hombre, que ver a éste aferrarse
egoístamente a sus dones, sin devolver nada al Dador. Jesús está hoy en el
cielo preparando mansiones para los que le aman; sí, más que mansiones, un
reino que ha de ser nuestro. Pero todos los que han de heredar estas
bendiciones deben participar de la abnegación y el sacrificio de Cristo... MGD 62.2
Nunca ha habido mayor necesidad de labor ferviente y abnegada en la
causa de Cristo que ahora cuando las horas del tiempo de gracia están
terminando rápidamente, y ha de ser proclamado al mundo el último mensaje de
misericordia... MGD 62.3
Todo lo que los hombres reciben de la bondad de Dios sigue
perteneciendo a Dios. Todo lo que él nos ha otorgado en las cosas valiosas y
bellas de la tierra, ha sido colocado en nuestras manos para probarnos, para
medir la profundidad de nuestro amor hacia él y nuestro aprecio por sus
favores. Tanto los tesoros de las riquezas como los del intelecto, han de ser
puestos como ofrenda voluntaria a los pies de Jesús... MGD 62.4
Por su misericordia y generosidad, Dios nos pone en cuenta todo lo
que le devolvemos como mayordomos fieles... Los ángeles de Dios cuya percepción
no ha sido enturbiada por el pecado, reconocen los dones del cielo como
otorgados con la intención de que sean devueltos en forma que aumente la gloria
del gran Dador. El bienestar del hombre está vinculado con la soberanía de
Dios. La gloria de Dios es el gozo y la bendición de todos los seres creados.
Cuando procuramos fomentar su gloria, estamos procurando para nosotros mismos
el mayor bien que nos es posible... Dios pide que consagremos a su servicio
cada facultad, cada don que hayamos recibido de él. Él quiere que digamos como
David: “Todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos”. 1 Crónicas 29:14.—Joyas de los Testimonios 2:328, 329, 333.
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