¡Cuál
amor! 23 de febrero
Mirad
cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por
esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. 1 Juan 3:1. AFC
60.4
“Mas
a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad
de ser hechos hijos de Dios”. Juan 1:12. “Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el
espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido
el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo
da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que
padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Romanos 8:14-18. AFC 60.5
Juan
no puede encontrar palabras adecuadas para describir el admirable amor de Dios
para el hombre pecador; pero insta a todos para que contemplen el amor de Dios
revelado en el don de su Hijo unigénito. Por la perfección del sacrificio hecho
por la raza culpable, los que creen en Cristo... pueden ser salvados de la
ruina eterna. Cristo era uno con el Padre. Sin embargo, cuando el pecado entró
en nuestro mundo por la transgresión de Adán, estuvo dispuesto a descender de
la excelsitud de Aquel que era igual a Dios, que moraba en luz inaccesible para
la humanidad, tan llena de gloria que ningún hombre podía contemplar su rostro
y vivir, y se sometió a los insultos, vilipendios, sufrimientos, dolores y
muerte, a fin de responder a las demandas de la inmutable ley de Dios y
establecer un camino de escape para el transgresor por medio de su muerte y de
su justicia. Esta fue la obra que su Padre le dio que hiciera; y los que
aceptan a Cristo, reposando plenamente sobre sus méritos, se convierten en los
hijos e hijas adoptivos de Dios, son herederos de Dios y coherederos con
Cristo.—The Youth’s Instructor, 27 de septiembre de 1894. AFC
61.1
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