La ley de Dios es la ley de amor, 6 de febrero
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas... Y el segundo
es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.Marcos 12:30, 31. RJ 43.1
El amor, la base de la creación y la redención, es la base de la
verdadera educación. Esto se ha hecho bien claro en la ley que Dios ha dado
como guía de la vida. El primer y grande mandamiento... Amarle a El, el
infinito, el omnisciente, con toda la fuerza y la mente y el corazón, significa
el mayor desarrollo de cada poder. Significa que en el ser total—el cuerpo, la
mente, así como el alma—, la imagen de Dios ha de ser restaurada. RJ
43.2
Semejante al primero es el segundo mandamiento: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. La ley de amor requiere la devoción del cuerpo, la
mente y el alma al servicio de Dios y nuestros prójimos. Y este servicio,
mientras que nos hace una bendición para otros, trae la mayor bendición sobre
nosotros mismos. La ausencia del egoísmo yace en la base del auténtico
desarrollo... RJ
43.3
Lucifer deseó ser en el cielo el primero en poder y autoridad;
deseó ser Dios, tener el gobierno del cielo; y apuntando a este fin ganó a
muchos de los ángeles para su lado. Cuando fue echado de las cortes de Dios con
su ejército rebelde, la obra de rebelión y egoísmo continuó en la tierra. Por
medio de la tentación a la autoindulgencia y a la ambición, Satanás logró la
caída de nuestros primeros padres; y desde ese entonces hasta el presente la
gratificación de la ambición humana y la indulgencia en esperanzas y deseos
egoístas ha demostrado ser la ruina de la humanidad. RJ
43.4
Bajo la dirección de Dios, Adán había de permanecer como cabeza de
la familia terrenal, para mantener los principios de la familia celestial. Esto
habría traído paz y felicidad. Pero Satanás determinó oponerse a la ley de que
nadie “vive para sí”. El deseó vivir para sí. Buscó hacerse el centro de
influencia. Esto había incitado a la rebelión en el cielo, y la aceptación de
ese principio por el hombre trajo el pecado al mundo. Cuando Adán pecó, el
hombre se separó del centro ordenado por Dios. Un demonio se convirtió en el
poder central en el mundo. Donde debiera haber estado el trono de Dios, Satanás
ubicó su trono. El mundo rindió su homenaje como una ofrenda voluntaria a los
pies del enemigo. RJ
43.5
La transgresión de la ley de Dios trajo lamentos y muerte en su
estela. Por la desobediencia los poderes del hombre fueron pervertidos, y el
egoísmo tomó el lugar del amor. Su naturaleza se debilitó tanto que le fue
imposible resistir el poder del mal... Los hombres habían escogido un dirigente
que los encadenó a su carro como cautivos... Cristo vino al mundo para mostrarles
que había plantado para ellos el árbol de la vida, cuyas hojas son para la
sanidad de las naciones.—The Review and Herald, 16 de enero de 1913. RJ
43.6
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