El espejo celestial, 7 de febrero
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria
en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor. 2 Corintios 3:18. CDCD 44.1
Mi querido hermano: ¿Qué ha estado contemplando usted? Al
considerar las imperfecciones de hombres y mujeres gradualmente se ha ido
asemejando a ellos. Cambie fundamentalmente, y al mirar a Jesús, al contemplar
su perfección, se transformará a su imagen. Entonces su Espíritu tomará
posesión de su mente y su carácter. Mediante su piedad y su espiritualidad,
mediante sus palabras y actos, mediante su actividad espiritual en favor de la
verdad y la justicia, usted representará a Cristo. CDCD
44.2
Cuando alguien se aparta de las imperfecciones humanas y contempla
a Jesús, su carácter experimenta una transformación divina. Fija sus ojos en
Cristo como en un espejo que refleja la gloria de Dios, y al contemplarlo se
transforma “de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del
Señor”. “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Romanos 8:9. CDCD
44.3
Aparte su vista de las imperfecciones de los demás, y fíjela persistentemente
en Cristo. Investigue con corazón contrito su vida y su carácter. No solamente
necesita recibir más luz sino que debe ser vivificado para que pueda ver el
banquete que tiene delante, y pueda comer y beber la carne y la sangre del Hijo
de Dios, que es su Palabra. Al probar la buena Palabra de Vida, al alimentarse
del Pan de Vida, puede percibir las virtudes del mundo venidero, y ser creado
de nuevo en Cristo Jesús. Si recibe sus dones, si se renueva en santidad, su
gracia producirá en usted frutos para gloria de Dios. CDCD
44.4
El Espíritu Santo revela a Cristo a la mente, y la fe se aferra a
él. Si acepta a Cristo como su Salvador personal, sabrá por experiencia propia
cuánto vale el sacrificio hecho en su favor en la cruz del Calvario. El Espíritu
de Cristo, al obrar sobre el corazón, lo conforma a su imagen; porque Cristo es
el modelo sobre cuya base obra el Espíritu. Mediante el ministerio de su
Palabra, sus providencias, su obra interior, Dios estampa la semejanza de
Cristo en el alma. CDCD
44.5
Poseer a Cristo es su primera tarea, y revelarlo como el que puede
salvar hasta lo sumo a todos los que acuden a él es la tarea siguiente.—Manuscrito 10, del 7 de febrero de 1897,
“Representemos a Cristo”. CDCD
44.6
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