Buscar la verdad, 7 de abril
Escudriñad las Escrituras;
porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las
que dan testimonio de mí. Juan 5:39. RP 108.1
Cristo adoptó la forma humana con
el propósito de vivir la ley de Dios. El es la Palabra de vida. Vino para ser
el evangelio de salvación para el mundo, y para cumplir cada exigencia de la
ley. Jesús es la Palabra, el Guía al que hay que recibir y obedecer en cada
aspecto de la vida. Cuán necesario es, pues, que la mina de la verdad sea
explorada para descubrir ese rico tesoro y ponerlo a buen recaudo como una joya
preciosa. La encarnación de Cristo, su divinidad, su expiación, su
extraordinario ministerio en el cielo como nuestro abogado y la obra del
Espíritu Santo, todos estos temas del cristianismo son esenciales; y más aún,
por ser vitales para nosotros, están revelados desde el Génesis hasta el
Apocalipsis. Los áureos eslabones de la cadena de la verdad evangélica, y lo
principal, la materia prima, se encuentran en las enseñanzas de Cristo Jesús.
¿Por qué entonces no habrían de ser ennoblecidas y exaltadas las Escrituras en
cada escuela de la tierra? ¡Cuán poco niños son educados para estudiar la
Biblia como la Palabra de Dios, y para alimentarse con sus verdades, que son la
carne y sangre del Hijo de Dios! RP 108.2
“De cierto, de cierto os digo:
si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida
en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre [es decir, si continúa
recibiendo las palabras de Cristo y las práctica], tiene vida eterna; y yo le
resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre
es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y
yo en él”. Juan 6:53-56. “El que guarda sus mandamientos,
permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en
nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. 1 Juan 3:24. RP 108.3
Cada familia tiene la necesidad
de hacer de la Biblia el libro guía para su estudio. Los dichos de Cristo son
oro puro, sin una partícula de contaminación, a menos que por su interpretación
el hombre trate de contaminarla al punto de considerar el error como verdad. A
los que han recibido conceptos errados de la Palabra, pero al investigar en las
Escrituras ponen su mayor esfuerzo en obtener la sustancia de la verdad que
contiene, el Espíritu Santo abrirá sus ojos a la comprensión de los mensajes de
las Escrituras, y entonces la verdad de la Palabra será para ellos como una
nueva revelación.—Fundamentals of
Christian Education, 385, 386. RP 108.4
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