Almas desnutridas, 7 de abril
Bien pronto olvidaron sus
obras, no esperaron su consejo. Se entregaron a un deseo desordenado en el
desierto; y tentaron a Dios en la soledad. Y él les dio lo que pidieron; mas
envió mortandad sobre ellos. Salmos 106:13-15. CV 103.1
Toda vez que su apetito era
restringido, los israelitas se chasqueaban y murmuraban, quejándose de Moisés y
Aarón, y de Dios.—The S.D.A. Bible Commentary 1:1102. CV 103.2
Dios dio a los israelitas lo
que no era para su mayor beneficio porque habían insistido en desearlo; no
querían conformarse con las cosas que mejor podrían aprovecharles. Sus deseos
rebeldes fueron satisfechos, pero se les dejó que sufrieran las consecuencias.
Comieron desenfrenadamente y sus excesos fueron rápidamente castigados...
Muchos fueron postrados por fiebres calcinantes, mientras que los más culpables
de entre ellos fueron heridos apenas probaron los alimentos que habían
codiciado.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 401. CV 103.3
Dios podría haberles suplido
carne tan fácilmente como les proporcionaba maná; pero para su propio bien se
les impuso una restricción. Dios se proponía suplirles alimentos más apropiados
a sus necesidades que el régimen estimulante al que muchos se habían
acostumbrado en Egipto. Su apetito pervertido debía ser corregido y devuelto a
una condición más saludable a fin de que pudieran hallar placer en el alimento
que originalmente se proveyó para el hombre: los frutos de la tierra, que Dios
dio a Adán y a Eva en el Edén. Por este motivo quedaron los israelitas en gran
parte privados de alimentos de origen animal. CV 103.4
Satanás los tentó para que
consideraran esta restricción como cruel e injusta. Les hizo codiciar las cosas
prohibidas, porque vio que la complacencia desenfrenada del apetito tendería a
producir sensualidad, y por estos medios le resultaría más fácil dominarlos. El
autor de las enfermedades y las miserias asaltará a los hombres donde pueda
alcanzar más éxito. Mayormente por las tentaciones dirigidas al apetito, ha
logrado inducir a los hombres a pecar desde la época en que indujo a Eva a
comer el fruto prohibido, y por este mismo medio indujo a Israel a murmurar
contra Dios. Porque favorece efectivamente a la satisfacción de las pasiones
bajas, la intemperancia en el comer y en el beber prepara el camino para que
los hombres menosprecien todas las obligaciones morales. Cuando la tentación los
asalta, tienen muy poca fuerza de resistencia.—Ibid. 395, 396.* CV 103.5
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