Las circunstancias no debieran controlarnos, 29
de marzo
“Y aconteció que desde cuando
le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del
egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que
tenía, así en casa como en el campo. Y dejó todo lo que tenía en mano de José,
y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía”. Génesis 39:5, 6. CT 97.1
Hay muchos que culpan a las
circunstancias y arguyen, con el fin de excusar su condición, que están en una
posición adversa, pues fueron arrojados en una sociedad conformada por personas
irreligiosas, autoindulgentes e intemperantes. Pero, no te dejes engañar. Tú
puedes configurar el medio en que te encuentras en vez de inclinarte y permitir
que las circunstancias modelen tu carácter. La vida de piedad ha de soportar la
prueba, pues tiene una raíz viva que la sustenta, una fuente de la que puede
nutrirse. CT 97.2
La corrupción del corazón
humano es la que lo induce a amar una sociedad negligente y profana. El
verdadero secreto de los genuinos seguidores de Cristo y de su integridad es
que aman la verdad y la justicia. Su gusto moral no está depravado y aunque
asediados por la maldad, el trabajo profundo que hizo la verdad en sus
corazones ha de guardar su alma constante y leal a Dios aún en medio de las
peores circunstancias. Este es el fruto que crece en el árbol de la vida
cristiana, la fe que percibe la presencia y la ayuda divina en todo momento.
Hay un temor constante de desagradar al Dios que se honra y se ama. Este fue el
principio que preservó a José en medio de la tentación. Debes cultivar una fe
genuina en Dios, en su bondad y en su presencia. Debes orar como nunca antes lo
has hecho. CT 97.3
Alberto [un amigo] no es de
ayuda para ti, ni tú lo eres para él, pues no ejerces una influencia benéfica.
Tu influencia fortalece las tentaciones del enemigo, los conduce a ambos a
alejarse de la verdad, de la pureza y de la santidad. Los ángeles se ruborizan
por tus palabras y acciones. Han llegado a ser una tentación el uno para el
otro. Ambos necesitan humillar sus almas a los pies de la cruz y aprender la
humildad y la mansedumbre del corazón. Es la genuina devoción entretejida en el
carácter la que hará que los jóvenes sean una luz en el mundo... CT 97.4
¡Cuán poco temor de Dios
hay!... Hay algunos que se asemejan a los hombres y mujeres que ayudaron a
construir el arca. Escuchan la verdad; tienen todas las ventajas para llegar a
ser personas de integridad moral, sin embargo, no eligen la sociedad de los buenos,
sino de los corruptos. Si hay una influencia que no es del cielo, se ponen de
su lado y se unen a ellos, y aunque han desempeñado una función en la
preparación de la verdad que ha de preparar a un pueblo para estar en pie en el
día del Señor, perecerán en la ruina como los carpinteros que ayudaron a Noé a
construir el arca. ¡Dios te ayude a no pertenecer a este grupo!—Carta 36, 1887. CT 97.5
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