Avance continuo, 29 de marzo
Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3:13, 14. ATO 100.1
Es deber de toda persona que
profesa ser cristiana mantener sus pensamientos bajo el control de la razón, y
obligarse a ser animosa y feliz. No importa cuán amarga pueda ser la causa de
su pena, debiera cultivar un espíritu de reposo y quietud en Dios. El descanso
que está en Cristo Jesús, la paz de Cristo, ¡cuán preciosa es! ¡Cuán sanadora
es su influencia, cuán suavizadora es al alma oprimida! No importa cuán oscura
sea su perspectiva, albergue un espíritu de esperanza para bien. Mientras que
el buen ánimo, una aceptación calmada y la paz contribuirán a la felicidad y
salud de otros, serán también del mayor beneficio para uno mismo. La tristeza y
el hablar de cosas poco gratas estimulan las escenas desagradables, las que a
su vez hacen repercutir sobre uno mismo su efecto pernicioso. Dios desea que
olvidemos todas estas cosas, que no miremos hacia abajo sino hacia arriba. ¡Hacia
arriba! ATO 100.2
La tristeza entorpece la
circulación en los vasos sanguíneos y en los nervios, y también retarda la
acción del hígado. Obstaculiza el proceso de la digestión y también el de la
nutrición y tiene una tendencia a minar todo el organismo... ATO 100.3
A menudo los propósitos de Dios
están velados en el misterio. Resultan incomprensibles para las mentes finitas,
pero Aquel que ve el fin desde el principio conoce las cosas mejor de lo que
las conocemos nosotros. Lo que necesitamos es limpiarnos de toda mundanalidad,
a fin de perfeccionar nuestro carácter cristiano de tal manera que el manto de
la justicia de Cristo sea colocado sobre nosotros... ATO 100.4
La fe, la paciencia, la
clemencia, la actitud mental celestial, la confianza en nuestro sabio Padre
celestial, son las flores perfectas que maduran en medio de las nubes de
chascos y aflicciones. ATO 100.5
La orden que la Providencia
dirige al pueblo de Dios es que avance, que progrese. El sendero de la santidad
es de avance continuo, elevándose más alto y más alto aún en el conocimiento y
en el amor de Dios. El cumplimiento de las promesas de Dios será
correspondiente a la fe y la obediencia de su pueblo Dios es inmutable; el
mismo ayer, hoy y para siempre. La fe debe ser ejercitada en todas nuestras
oraciones, porque no ha perdido su poder así como tampoco la obediencia humilde
ha perdido su recompensa. Si nuestros hermanos que profesan creer en la verdad
mostraran su fe por sus obras, honrarían a Dios y serían capacitados para
convencer a muchas almas de que ellos tienen la verdad, porque de acuerdo a su
fe y a su obediencia percibirían el cumplimiento de las promesas de Dios y
serían dotados con poder de lo alto.—Carta 1, del 29 de marzo de 1883, dirigida a
J. N. Andrews, nuestro primer misionero, que estaba muriendo de tuberculosis en
Suiza.* ATO 100.6
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