Un huésped de honor, 9 de febrero
He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo. Apocalipsis 3:20. ELC 48.1
Todos los que quieran abrir sus
corazones para recibirlo, tendrán a Jesús como un distinguido huésped.—The Review and Herald, 24 de noviembre de 1885. ELC 48.2
Jesús es el modelo perfecto. En
vez de tratar de agradarnos a nosotros mismos y de salirnos con la nuestra,
tratemos de reflejar su imagen. Él era amable y cortés, tierno y compasivo.
¿Somos como él en estas cosas? ¿Tratamos de que nuestras vidas sean fragantes
en buenas obras? ... ELC 48.3
No es suficiente que profesemos
meramente nuestra fe; se requiere algo más que un asentimiento nominal. Debe
haber un conocimiento real, una experiencia genuina en los principios de la
verdad como es en Jesús. El Espíritu Santo debe obrar desde adentro llevando
estos principios a la luz potente de la plena conciencia para que podamos
conocer su poder y hacerlos una realidad viviente... ELC 48.4
Los obstáculos, provocaciones y
penurias que enfrentemos resultarán no en una maldición sino en las mayores
bendiciones de nuestras vidas, porque los caracteres más grandes se forman
entre las pruebas y las dificultades. Pero deben ser recibidas como lecciones
prácticas en la escuela de Cristo. Cada tentación resistida, cada prueba
valientemente soportada nos da una nueva experiencia, y nos hace avanzar en la
obra de edificar el carácter. Tenemos un conocimiento mejor de las
maquinaciones de Satanás, y de nuestra capacidad para derrotarlo mediante la
gracia divina. ELC 48.5
Jesús era la luz del mundo...
Es nuestro privilegio andar en la luz de su presencia y entretejer en los
caracteres que estamos formando los dorados hilos del gozo, la gratitud, la
tolerancia y el amor. Así mostraremos el poder de la gracia divina y
reflejaremos la luz del Cielo entre todos los roces y los contratiempos que
enfrentamos cada día.—Ibid; The Review and Herald,
24 de noviembre de 1885. ELC 48.6
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