Obediencia mediante la gracia, 9 de febrero
Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. Efesios 2:8. SSJ 46.1
Dios quiere que alcancemos al
ideal de perfección hecho posible para nosotros por el don de Cristo. Nos
invita a que escojamos el lado de la justicia, a ponernos en relación con los
agentes celestiales, a adoptar principios que restaurarán en nosotros la imagen
divina. En su Palabra escrita y en el gran libro de la naturaleza ha revelado
los principios de la vida. Es tarea nuestra conocer estos principios y por
medio de la obediencia cooperar con Dios en restaurar la salud del cuerpo tanto
como la del alma. SSJ 46.2
Los seres humanos necesitan
aprender que sólo cuando reciben la gracia de Cristo pueden poseer en su
plenitud las bendiciones de la obediencia. Esta es la que capacita a los
hombres y a las mujeres para obedecer las leyes de Dios y para libertarse de la
esclavitud de los malos hábitos. Es el único poder que puede hacerlos firmes en
el buen camino y permanecer en él. SSJ 46.3
Cuando se recibe el evangelio
en toda su pureza y con todo su poder, es un remedio para las enfermedades
originadas por el pecado. Sale el Sol de justicia, “trayendo en sus rayos
salud”. Malaquías 4:2 (NVI). Todo lo que el mundo
proporciona no puede sanar el corazón quebrantado, ni dar la paz al espíritu, ni
disipar las inquietudes, ni desterrar la enfermedad. La fama, el genio y el
talento son impotentes para alegrar el corazón entristecido o restaurar la vida
malgastada. La vida de Dios en el alma es la única esperanza de la humanidad. SSJ 46.4
El amor que Cristo infunde en
todo nuestro ser es un poder vivificante. Da salud a cada una de las partes
vitales: el cerebro, el corazón y los nervios... Implanta en el alma un gozo
que nada en la tierra puede destruir: el gozo que hay en el Espíritu Santo, un
gozo que da salud y vida... SSJ 46.5
Aunque el pecado ha venido
reforzando durante siglos su asidero sobre la familia humana, aun cuando por
medio de la mentira y el artificio Satanás ha echado la negra sombra de su
interpretación sobre la Palabra de Dios, y ha inducido a los hombres y a las
mujeres a dudar de la bondad divina, a pesar de todo esto, el amor y la
misericordia del Padre no han dejado de manar hacia la tierra en caudalosos
ríos. Si los seres humanos abriesen hacia el cielo las ventanas del alma, para
apreciar los dones divinos, un raudal de virtud curativa la inundaría.—El Ministerio de Curación, 77-79. SSJ 46.6
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