Los cielos declaran la gloria de Dios, exaltad
a Jesús como el creador, 9 de febrero
Los cielos cuentan la gloria de
Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Salmos 19:1. EJ 48.1
El Creador había dado
suficiente evidencia acerca de su poder ilimitado, de su capacidad para
establecer reinos y para destruirlos. El sostiene el mundo con la palabra de su
poder. El hizo la noche y ordenó las estrellas resplandecientes en el firmamento.
Las llama a todas por su nombre. Los cielos proclaman la gloria de Dios y el
firmamento muestra la obra de sus manos, indicando a los seres humanos que este
pequeño mundo no es sino un punto en la creación de Dios... EJ 48.2
Los habitantes de los mundos no
caídos observan con pena y reproche el orgullo humano y la autoimportancia de
los hombres. Los ricos y los encumbrados del mundo no son los únicos que
glorifican su yo. Muchas personas que profesan honrar a Dios hablan acerca de
su propia sabiduría y poder. Actúan como si Dios estuviera sujeto a ellos, como
si él no pudiera realizar su obra sin su ayuda. Que los tales observen los
cielos estrellados, y con admiración y reverencia estudien las obras
maravillosas de Dios. Que piensen en la sabiduría de que él da evidencia al
mantener al vasto universo en un orden perfecto, y en la poca razón que tiene
el ser humano de jactarse por sus propias realizaciones. EJ 48.3
Todo lo que el hombre posee—la
vida, los medios de subsistencia, la felicidad y demás bendiciones innumerables
que recibe día tras día—proviene del Padre celestial. El hombre es un deudor
por todo lo que reclama orgullosamente como suyo. Dios concede sus preciosos
dones para que sean usados en su servicio. A él le pertenece cada partícula de
la gloria del éxito humano. Su sabiduría multifacética se revela en las obras
humanas, y a él le pertenece la alabanza.—The Youth’s Instructor, 4 de abril de 1905. EJ 48.4
Y antes de mucho las puertas
del cielo se abrirán para recibir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey
de gloria resonará en sus oídos, como la música más dulce, la invitación:
“¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la
fundación del mundo!” Mateo 24:34. EJ 48.5
Entonces los redimidos
recibirán con gozo la bienvenida al hogar que el Señor Jesús les está
preparando. Allí su compañía no será la de los viles de la tierra, ni la de los
mentirosos, idólatras, impuros e incrédulos, sino la de los que hayan vencido a
Satanás y por la gracia divina hayan adquirido un carácter perfecto. Toda
tendencia pecaminosa, toda imperfección que los aflige aquí, habrá sido quitada
por la sangre de Cristo, y se les comunicará la excelencia y brillantez de su
gloria, que excede con mucho a la del sol.—El Camino a Cristo, 125-126. EJ 48.6
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