Miren solamente a Dios, 23 de diciembre
Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. 2 Timoteo 2:22. ATO 369.1
Sean todos enseñados a escudriñar las Escrituras, para contemplar siempre a Jesús y no a los instrumentos humanos. La Palabra debe ser nuestra consejera. Es infinita. Si la obedecemos, nos guiará por senderos seguros. Pero la Palabra diluída con ideas humanas no es una guía segura... ATO 369.2
Estudien la Palabra de Dios individualmente. Podemos enfrentar a Satanás con el arma del “escrito está: al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”. Mateo 4:10. La Biblia es la gran mina de la verdad, y debiéramos trabajar como quienes buscan el tesoro escondido. En ningún caso se debe apartar la atención de esa Palabra... ATO 369.3
Es ahora cuando cada alma necesita ungir sus ojos con colirio, para ver. Dios no da a nadie la misión de desmerecer y empequeñecer su obra. Nos llama a levantar su verdad, a ennoblecerla, honrarla y hacerla avanzar, revelando su sabiduría como suprema. Presenten la verdad bíblica, y extraigan del tesoro cosas nuevas y antiguas. Hablen de los principios de nuestra fe firme y constantemente, dando el “así dice la Escritura”. ATO 369.4
Vivan la verdad, practiquen las lecciones de Cristo que refinan, ennoblecen y santifican el alma. Mi carga es elevar a los hombres y las mujeres, magnificando a Jesús delante de ellos. Cuando Dios es el tema de todo pensamiento, el objeto del amor, de la reverencia y de la adoración; cuando el Señor Jesús ocupa el primer lugar en la mente, el corazón es purificado de toda contaminación moral. Entonces el alma se transforma en juez certero; cada actitud es sazonada con gracia. ATO 369.5
La responsabilidad ante un Dios personal y que todo lo ve, coloca a cada ser humano sobre un terreno elevado. Habrá entonces pensamientos profundos y genuina abnegación, porque Dios obra en los corazones de los hijos de su amor, que son su herencia. ATO 369.6
El amor de Dios siempre lleva al temor de Dios, el temor de ofenderle. Los que están verdaderamente convertidos cuidarán de no estar sobre los límites de lo malo, no sea que entristezcan al Espíritu de Dios y sean abandonados a su propio camino y llenados con sus propios quehaceres. La Palabra de Dios es el Libro Guía; no se aparten de él para depender de instrumentos humanos. Contiene las advertencias, las amonestaciones, la reprensión, la definición clara del pecado como la transgresión de la ley, la gran norma de virtud y santidad. La Palabra está llena de advertencias, de invitaciones misericordiosas y de condenación del mal. Nadie que la estudie y aplique sus enseñanzas errará el camino.—Carta 4, del 23 de diciembre de 1893, dirigida a los “Queridos hermanos y hermanas”.*
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