La transformación mediante Cristo, 12 de agosto https://ift.tt/84cJrxt De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 2 Corintios 5:17. Se realiza un gran cambio en el carácter de la persona que acepta a Cristo; porque “si alguno está en Cristo, nueva criatura es”. Cuando vemos que los que profesan ser cristianos manifiestan en sus palabras y acciones los antiguos deseos carnales, podemos saber que no están en Cristo y que el poder transformador de su gracia no ha tocado sus almas, ni ha modelado sus caracteres, ni ha limpiado la corrupción de sus corazones... Los que poseen un conocimiento experimental de la gracia de Cristo comprenderán la obligación que tienen de ser los representantes de su poder ante el mundo. Se llegarán a dar cuenta que Aquel que no conoció pecado fue hecho pecado por ellos, para que ellos llegaran a ser la justicia de Dios en él. La comprensión de este hecho nos capacitará para obtener conceptos correctos acerca de la obra de nuestro Redentor. Los verdaderos creyentes comprenderán que mientras estaban separados de él a causa de la impenitencia y el pecado, él no los olvidó, sino que intercedió por ellos, para que pudieran gozar de los beneficios de la salvación que había comprado para ellos al precio de un sacrificio infinito. Ellos saben que al aceptar a Cristo deben abandonar el mundo y mantenerse separados, y no tocar lo inmundo, para que puedan ser hijos de Dios. Deben amar supremamente a Cristo. Es imposible que las mentes finitas hagan una evaluación justa del amor de Dios hacia sus criaturas caídas. Siempre corremos el riesgo de olvidarnos de este gran amor, porque nos olvidamos de meditar en él y nos dejamos absorber por las cosas de este mundo. Al colocar nuestros afectos en las cosas de aquí abajo le permitimos a nuestros corazones que se dividan, y se separen así de la verdadera Fuente de felicidad. Cristo debería ser el tema de nuestros pensamientos, el objeto de nuestros afectos más tiernos. Deberíamos permitir que nuestras mentes se concentren en las preciosas características de nuestro Señor; deberíamos contemplar las ricas promesas de su Palabra; deberíamos meditar en las glorias del cielo. No nos satisfagamos con sólo mirar ocasionalmente a nuestro Redentor, sino que hagamos que nuestras mentes permanezcan con Dios mediante una confianza continua en su Palabra. Deberíamos investigar diligentemente las Escrituras para que podamos obtener una comprensión cabal de lo que Cristo espera de nosotros y para que obtengamos conceptos correctos de la verdad. Nuestras voluntades deben ser subyugadas, y puestas en armonía con la voluntad de Dios. Se ha permitido que una luz preciosa brille en nuestro camino, y los ángeles celestiales están a nuestro alrededor interesados en nuestro bienestar... El amor que Cristo nos ha manifestado mediante su vida de humillación y abnegación, por su muerte en el Calvario, debería arrancar cánticos de gratitud de nuestros labios. La esperanza de su pronta venida debería colmarnos de santo gozo.—The Signs of the Times, 8 de diciembre de 1890.
Génesis 1:29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Ezequiel 4:9,11 Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el número de los días que te acuestes sobre tu lado; trescientos noventa días comerás de él. Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás
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