El agua viva procede de Jesús, 12 de agosto https://ift.tt/faXV9oE “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber”. Juan 4:7. Consideremos cómo el desenlace de ciertas circunstancias puede iluminar con la verdad la mente de otras personas. Recordemos el caso de la mujer de Samaria la cual vino, según su costumbre, a buscar agua. Encontró a un extraño sentado en el brocal del pozo, que le pidió de beber. Comenzó, entonces, una conversación. Jesús le dijo: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.... Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Al pensar en la fatigosa y repetitiva tarea en que se veía envuelta cotidianamente y considerando la ventaja de tener a su alcance el agua, evitándose todas estas dificultades, la mujer le respondió: “Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla”. No percibió que Jesús le estaba presentando un aspecto de elevadísimo interés para el alma: el agua de vida. Las palabras de Cristo eran el agua viva. Muy pronto ella llegó a interesarse tanto que dejó su cántaro de agua y yendo a la ciudad corrió la voz entre sus coterráneos, diciendo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” La mujer había venido a buscar agua y oyó hablar del agua de vida. Se había convencido de pecado y creyó en Cristo. De este modo es como se vacía el aceite santo, representado por los mensajeros santos en la figura de los dos olivos y, luego, va al depósito y de allí a los conductos de los candeleros. El proceso de vaciamiento continúa, pues se recibe el aceite y se comunica a otros. Se pronuncian palabras, se sienten las influencias inconscientes que rodean al alma, aunque no hay palabras que se pronuncian adrede. Con frecuencia una palabra que se pronuncia puede asemejarse a la semilla que se siembra... El Señor ha hecho amplia provisión para que las gracias celestiales sean suplidas en abundancia para todos; para que la verdad como es en Jesús se coloque en primer lugar en el corazón y siempre esté en el templo del alma. Entonces habrá verdadera devoción a Dios y todo verdadero creyente llegará a ser un pescador de hombres. Ha de orar por sabiduría y andará en armonía con la oración: “Vosotros sois la luz del mundo”. “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.—Carta 48, 1897.
Génesis 1:29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Ezequiel 4:9,11 Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos el número de los días que te acuestes sobre tu lado; trescientos noventa días comerás de él. Y beberás el agua por medida, la sexta parte de un hin; de tiempo en tiempo la beberás
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