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A Fin de Conocerle


El mayor educador de todos los tiempos, 2 de julio https://ift.tt/CpqaWNf Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Mateo 7:28, 29. Los eruditos del mundo no son fácilmente alcanzados por las verdades prácticas de la Palabra de Dios. La razón es porque confían en la sabiduría humana y se enorgullecen de su superioridad intelectual, y no están dispuestos a aprender con humildad en la escuela de Cristo. Nuestro Salvador no ignora a los instruidos ni desprecia la educación. Sin embargo, eligió a pescadores incultos para la obra evangélica, porque no habían sido educados en las costumbres falsas y en las tradiciones del mundo. Eran hombres de habilidad natural y poseían un espíritu humilde susceptible de ser educado; eran hombres a quienes podía educar para su gran obra. En los oficios comunes de la vida, hay más de una persona que desempeña pacientemente sus tareas cotidianas, sin percatarse de que posee facultades que, si las pusiera en acción, la elevarían a una posición igual a la de los hombres más respetados del mundo. El toque de una mano hábil es necesario para despertar y desarrollar esas facultades adormecidas. Jesús relacionó consigo a esa clase de hombres y les proporcionó las ventajas de tres años de enseñanza bajo su propio cuidado. Ningún curso de estudio en las aulas de los rabinos o en las escuelas de filosofía pudo haber igualado a esto en valor. El Hijo de Dios fue el mayor educador de todos los tiempos. Las palabras y las obras del humilde Maestro, registradas por sus poco cultos compañeros de la vida diaria, han ejercido un poder viviente sobre las mentes humanas desde entonces hasta ahora. No sólo los ignorantes y los humildes, sino hombres educados, inteligentes y geniales, exclaman con reverencia, con los asombrados y complacidos oyentes de antaño: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre”! Juan 7:46.—The Review and Herald, 25 de septiembre de 1883.

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