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Fe que no dejará


Fe que no dejará, 22 de marzo

Y Jacob le respondió: No te dejaré si no me bendices. Génesis 32:26. ELC 90.1
Vosotros que con placer habláis de las faltas de otros, despertad y mirad dentro de vuestros corazones. Tomad vuestras Biblias e id a Dios en ferviente oración. Pedidle que os enseñe a conoceros a vosotros mismos, a comprender vuestras debilidades, vuestros pecados e inconsecuencias, a la luz de la eternidad. Pedidle que os muestre cómo aparecéis a la vista del Cielo. Esto es una obra individual... En humildad enviad vuestra petición a Dios y no descanséis día y noche hasta que podáis decir: Oye lo que el Señor ha hecho por mí,—hasta que podáis dar un testimonio viviente y hablar de victorias ganadas. ELC 90.2
Jacob luchó con el ángel toda la noche antes de ganar la victoria. Cuando rompió el alba el ángel dijo: “Déjame, porque raya el alba”. Pero Jacob contestó: “No te dejaré, si no me bendices”. Entonces fue contestada su oración: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido”. Génesis 32:26-28. ELC 90.3
Necesitamos la perseverancia de Jacob, la fe inquebrantable de Elías. Vez tras vez Elías envió a su siervo a ver si aparecía la nube, pero no se veía ninguna. Al fin, la séptima vez, el siervo volvió con la palabra: “Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar”. 1 Reyes 18:44. ¿Se volvió Elías y dijo: No acepto esta evidencia; esperaré hasta que aparezcan densos nubarrones negros? No. Él dijo: Es tiempo de ir. Confió plenamente en esa señal de Dios y envió a su mensajero delante de sí a decir a Acab que estaba por precipitarse una abundante lluvia. ELC 90.4
Una fe como ésta es la que necesitamos, una fe que se aferre y que no dejará ir. La Inspiración nos dice que Elías era un hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras. El Cielo oyó su oración ... ¿Por qué no se suplicará al Señor en favor de su pueblo hoy? Que el Señor nos llene con su Espíritu. ¡Oh, si pudiéramos descorrer el velo para comprender el misterio de la piedad!—The Review and Herald, 9 de enero de 1900. ELC 90.5

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