Como en los días de Noé, 4 de febrero
Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo
del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día
en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Lucas 17:26, 27. CV 41.1
Dios no condenó a los antediluvianos porque comían y bebían; les
había dado los frutos de la tierra en gran abundancia para satisfacer sus
necesidades materiales. Su pecado consistió en que tomaron estas dádivas sin
ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente
a la glotonería. Era lícito que se casaran. El matrimonio formaba parte del
plan de Dios; fue una de las primeras instituciones que él estableció. Dio
instrucciones especiales tocante a esta institución, revistiéndola de santidad
y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas y el matrimonio fue
pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas. CV 41.2
Condiciones semejantes prevalecen hoy día. Lo que es lícito en sí
es llevado al exceso. Se complace el apetito sin restricción... Multitudes de
personas no sienten la obligación moral de dominar sus apetitos sensuales y se
vuelven esclavos de la concupiscencia. Los hombres viven sólo para el placer de
los sentidos; únicamente para este mundo y para esta vida... El cuadro del
mundo antediluviano que pintó la inspiración representa con fiel veracidad la
condición a la cual la sociedad moderna está llegando rápidamente... CV 41.3
Mientras que su tiempo de gracia estaba concluyendo, los
antediluvianos se entregaban a una vida agitada de diversiones y festividades.
Los que poseían influencia y poder se empeñaban en distraer la atención del
pueblo con alegrías y placeres para que ninguno se dejara impresionar por la
última solemne advertencia... CV 41.4
Antes del diluvio, Dios mandó a Noé que diese aviso al mundo, para
que los hombres fuesen llevados al arrepentimiento, y para que así escapasen a
la destrucción. A medida que se aproxima el momento de la segunda venida de
Cristo, el Señor envía a sus siervos al mundo con una amonestación para que los
hombres se preparen para ese gran acontecimiento. Multitudes de personas han
vivido violando la ley de Dios, y ahora, con toda misericordia, las llama para
que obedezcan sus sagrados preceptos. A todos los que abandonen sus pecados
mediante el arrepentimiento para con Dios y la fe en Cristo, se les ofrece
perdón. Historia de los Patriarcas y Profetas, 90-93.
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