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Reflejemos a Jesús


Cristo alivia las cargas de los padres, 6 de junio https://ift.tt/7uniDOm Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí... Y hallaréis descanso para vuestras almas. Mateo 11:28, 29. Ninguna tarea puede igualar a la de la madre cristiana. Ella toma el trabajo con el sentimiento de que debe criar a sus hijos en la disciplina y amonestación del Señor. Cuán a menudo sentirá ella que el peso de su carga es mayor que lo que puede soportar; y entonces, cuán precioso será el privilegio de llevar todo a su simpatizante Salvador en oración Ella puede dejar su carga a sus pies, y encontrar en su presencia una fortaleza que la sostendrá y le dará alegría, esperanza, coraje y sabiduría en las horas de mayores pruebas. Cuán dulce para la madre cansada es la conciencia de un Amigo tal en todas sus dificultades. Si las madres fueran a Cristo más frecuentemente, y confiaran en El más completamente, sus cargas serían más fáciles, y hallarían descanso para sus almas. Jesús ama a los niños. La importante responsabilidad de guiar a los hijos no debería descansar sólo sobre la madre. El padre debería hacer su parte y sostener a la madre en su tarea con miradas de ánimo y palabras amables... Sus hijos deben tener el tiempo y la atención de ella... Esta orientación de los niños para alcanzar la norma de la Biblia requirió tiempo, perseverancia y oración. Esto debería atenderse aunque algunas cosas de la casa sean descuidadas. Muchas veces en el día se escucha el llamado: ¡Mamá! ¡Mamá!, primero de una vocecita preocupada y luego de otra. Como respuesta al llamado, la madre debe ir aquí y allá para atender a sus demandas... Una palabra de aprobación traerá la luz del sol al corazón por horas enteras. Muchos preciosos rayos de luz y contentamiento podrá esparcir la madre aquí y allá sobre sus preciosos pequeños. Cuán estrechamente puede ligar estos seres queridos a su corazón, de modo que su presencia será para ellos el lugar más cálido del mundo. Pero frecuentemente la paciencia de la madre se desgasta con estos problemitas que escasamente parecen dignos de atención... Ella casi se olvida de sí misma una y otra vez, pero una silenciosa oración a su compasivo Redentor calma sus nervios, y es capacitada para mantener las riendas del control de sí misma con tranquila dignidad. Habla con voz calma, pero le ha costado un esfuerzo reprimir palabras ásperas y subyugar los sentimientos airados que, si hubieran sido expresados, hubieran destruido su influencia, y que hubiera costado tiempo recuperar. Así como los padres desean que Dios trate con ellos, así deberían tratar a sus hijos. Nuestros hijos son sólo los miembros más jóvenes de la familia del Señor, confiados a nosotros para ser educados sabiamente, para ser disciplinados pacientemente, para que puedan formar caracteres cristianos, y ser calificados para bendecir a otros en esta vida y disfrutar de la vida por venir.—The Signs of the Times, 13 de septiembre de 1877.

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