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El inefable don de Dios, 19 de junio https://ift.tt/PImcw2K ¡Gracias a Dios por su don inefable! 2 Corintios 9:15. La revelación del amor de Dios al hombre tiene su centro en la cruz. No hay lengua que pueda expresar su pleno significado; no hay pluma que pueda describirla; no hay mente humana que la pueda comprender... Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo ascendido a lo alto, es la ciencia de la salvación que hemos de aprender y enseñar. “El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:6-8. “Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios”. Romanos 8:34. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. Hebreos 7:25... Aquí tenemos infinita sabiduría, infinito amor, infinita justicia, infinita misericordia: “Profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios”. Romanos 11:33. Por medio del don de Cristo recibimos toda bendición. Por medio de este don nos llega día tras día el flujo inagotable de las bondades de Jehová. Cada flor, con su delicada tonalidad y dulce fragancia, nos es dada para alegría por medio de este don. El sol y la luna fueron hechos por él; no hay estrella que embellezca el cielo que él no haya hecho. No hay alimento puesto sobre nuestras mesas que no haya sido provisto por él para nuestro sostén. La inscripción de Cristo está sobre todo. Se proporciona todo al hombre por medio de este don inefable, el unigénito Hijo de Dios. Fue clavado en la cruz para que todas estas bondades pudieran fluir hacia las criaturas de Dios.—Testimonies for the Church 8:287, 288. “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. 1 Corintios 2:9. Seguramente no hay nadie que al contemplar las riquezas de su gracia, pueda dejar de exclamar con el apóstol: “¡Gracias a Dios por su don inefable!”—Ibid. 5:730.
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