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¡Demasiado tarde!

¡Demasiado tarde! 21 de diciembre

Entre tanto que se dice: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación. Hebreos 3:15. ELC 364.1
Oh, quién podrá describiros los lamentos que se levantarán cuando en el límite que divide el tiempo y la eternidad el Juez justo alce su voz y diga: “Es demasiado tarde”. Largo tiempo han permanecido abiertas las amplias puertas del cielo y los mensajeros celestes han invitado y suplicado: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. Apocalipsis 22:17. “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón”. Salmos 95:7, 8. Pero al fin se publica el mandato: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”. Apocalipsis 22:11. ELC 364.2
La puerta del cielo se cierra, y cesa la invitación para la salvación. En el cielo se dice: “Hecho es”. Ese tiempo no está lejano. Os ruego que hagáis obra segura para la eternidad, que os aferréis de la esperanza puesta ante vosotros en el Evangelio. Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque si sólo aspiráis a hacerlo no podréis hacerlo. ELC 364.3
El mundo está cargado con la maldición que acarrea el pecado. Está literalmente anegado por el pecado, por la violencia y la corrupción, como en los días de Noé. Y no obstante este espantoso período de la historia de nuestro mundo, muchos están dormidos. Han dejado de esforzarse para llegar a ser cristianos... ELC 364.4
Demasiado tarde comprenderán los pecadores que han vendido su primogenitura. La corona que podrían haber tenido brilla sobre las sienes de otro. Han perdido la heredad que podrían haber poseído. Cuidado con la forma en que tratáis con la tentación. Cuidado con enorgulleceros con vuestra fortaleza. Cristo es vuestra fuerza eterna; confiad en Dios, aferraos de su potencia y él os hará vencedores y vosotros llevaréis la corona de la victoria.—Carta 21, 1867. ELC 364.5

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