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Cada parte del organismo viviente es del Señor

Cada parte del organismo viviente es del Señor, 9 de mayo
En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. Daniel 1:20.

¿Por qué Daniel y sus compañeros rehusaron comer de la mesa del rey? ¿Por qué rechazaron su comida y su vino? Porque se les había enseñado que esta clase de comida no guardaría su mente o su estructura física en la mejor condición de salud para el servicio de Dios. Estos jóvenes instaron de la manera más vehemente al que estaba encargado de su alimentación a que no los obligara a participar de los manjares del rey ni a beber de su vino. Le rogaron que los pusiera a prueba solamente por diez días, y entonces los examinara y decidiera por su apariencia física si su dieta abstemia los ponía en desventaja. Cuando se presentaron para ser examinados, el resultado fue decididamente en su favor.

Diferente fue con los jóvenes que habían comido de los manjares de la mesa del rey y bebido de su vino. El claro brillo de los ojos se había desvanecido. El color rubicundo y saludable había desaparecido del semblante. De ahí en adelante se permitió a los cuatro hebreos cautivos que tuvieran la dieta que habían escogido. ¿Qué efecto tuvo sobre la mente y el carácter? Ellos habían rehusado conscientemente el estímulo de la carne y el vino. Obedecieron la voluntad de Dios en dominio propio, y El manifestó su aprobación. El deseaba que sus siervos lo honraran por medio de su adhesión a principios firmes en todos sus hábitos de vida. Sus semblantes serían un certificado de salud física y pureza moral.

“A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”. Daniel 1:17. Estos jóvenes tenían al Señor como su educador. Los eslabones de oro de la cadena del cielo conectaban lo finito con lo infinito. Eran partícipes de la naturaleza divina. Tenían sumo cuidado en mantenerse en contacto con Dios. Oraban y estudiaban y ponían en juego en su vida práctica mentes estrictamente escrupulosas y humildes. La palabra del Señor era su comida y su bebida. “En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos”...

Cuando los hijos de la fe, con ferviente oración, se consagren a Dios sin reserva, el Señor honrará su fe y los bendecirá con una mente clara...

El cuerpo mismo en el cual habita el alma, y por medio del cual obra, es del Señor. No tenemos derecho de descuidar parte alguna de la maquinaria viviente. Cada parte del organismo viviente es del Señor. El conocimiento de nuestro propio organismo físico debería enseñarnos que todo miembro existe para servir a Dios, como un instrumento de justicia.—Special Testimonies, Serie A, 9:60-62.

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